tag:blogger.com,1999:blog-82674030709595857402024-03-04T22:00:31.055-08:00De lo puro impotente me volví triste, de lo puro triste me volví AsZetaCisterna Rotahttp://www.blogger.com/profile/16822751077174710418noreply@blogger.comBlogger37125tag:blogger.com,1999:blog-8267403070959585740.post-85441936670274459952010-03-05T16:11:00.001-08:002010-03-05T16:15:00.925-08:00Procesión“Me enamoró ese hijueputa”. Y salió de la cama masturbándose. <br />En las iglesias se arrodilló a orar, metiendo una mano en el bolsillo, frotándose hasta que un líquido espeso humedeciera los sectores aledaños a la bragueta de su pantalón. <br />En los potreros se tiró boca arriba y se desabrochó el cierre. Se tocó evocando lo que había más allá de las nubes y del azul. “La oscuridad es la muerte del cielo”. <br />Detuvo sus marchas por caminos empedrados. Observó hormigas que cargaban pedazos de hojas secas. Se bajó el pantalón a la altura de sus rodillas, cerró los ojos y tembló cuando su verga escupió pocas gotas que cayeron sobre alguna piedra. <br />Una noche soñó una procesión en un pueblo de la Nueva Granada. Una virgen era llevada por tres hombres y una mujer que lucía una falda corta; bajo las piernas de ella había un enano que le lamía la entrepierna, ocasionándole un frenesí asesino que la impulsó a decapitar a los hombres. Entretanto, la virgen extendió los brazos, desplegando su vestido negro del que brotaron estrellas. La mujer y el demonio quedaron suspendidos en la penumbra sideral. “¿La oscuridad es la muerte del cielo?” <br />En Viracachá decidió tirarse desde la cima de la montaña más alta de la cordillera en la que se clavaba el pueblo. <br />“Me enamoró ese hijueputa”. Entonces apareció el enano que chupaba vulva: “¿De quién?”. “De la mujer de falda corta, de la oscuridad, del cielo y de su final. De usted. Del cosmos. De todas las formas que tiene Dios. Me enamoró ese hijueputa.”. Y se tiró al vacío masturbándose.Cisterna Rotahttp://www.blogger.com/profile/16822751077174710418noreply@blogger.com34tag:blogger.com,1999:blog-8267403070959585740.post-27347969912377931682010-03-05T16:11:00.000-08:002010-03-05T16:12:30.184-08:00Procesión“Me enamoró ese hijueputa”. Y salió de la cama masturbándose. <br />En las iglesias se arrodilló a orar, metiendo una mano en el bolsillo, frotándose hasta que un líquido espeso humedeciera los sectores aledaños a la bragueta de su pantalón. <br />En los potreros se tiró boca arriba y se desabrochó el cierre. Se tocó evocando lo que había más allá de las nubes y del azul. “La oscuridad es la muerte del cielo”. <br />Detuvo sus marchas por caminos empedrados. Observó hormigas que cargaban pedazos de hojas secas. Se bajó el pantalón a la altura de sus rodillas, cerró los ojos y tembló cuando su verga escupió pocas gotas que cayeron sobre alguna piedra. <br />Una noche soñó una procesión en un pueblo de la Nueva Granada. Una virgen era llevada por tres hombres y una mujer con una falda corta; bajo las piernas de ella había un enano que le lamía la entrepierna, ocasionándole un frenesí asesino que la impulsó a decapitar a los hombres. Entretanto, la virgen extendió los brazos, desplegando su vestido negro del que brotaron estrellas. La mujer y el demonio quedaron suspendidos en la penumbra sideral. “¿La oscuridad es la muerte del cielo?” <br />En Viracachá decidió tirarse desde la cima de la montaña más alta de la cordillera en la que se clavaba el pueblo. <br />“Me enamoró ese hijueputa”. Entonces apareció el enano que chupaba vulva: “¿De quién?”. “De la mujer de falda corta, de la oscuridad, del cielo y de su final. De usted. Del cosmos. De todas las formas que tiene Dios. Me enamoró ese hijueputa.”. Y se tiró al vacío masturbándose.Cisterna Rotahttp://www.blogger.com/profile/16822751077174710418noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-8267403070959585740.post-21308425923264019532009-09-02T10:48:00.000-07:002009-09-02T10:50:19.144-07:00Ferrea estrellaA Tebi<br />Un tren marchando hacia las estrellas<br />solo estas palabras constituyen la dirección para escribirte<br />el resto serán adjetivos opacos<br />como vahos de las viejas alquimias<br />rememoradas por tu padre hechicero<br /><br />Cuántos dias bastarán<br />para encontrarte con todo ésto<br />para intuir las duchas recurrentes de quien<br />quiere apearse del tren y caminar<br /><br />Caminar <br />sin esquirlas que agusanen sus extremidades<br />sin ruegos a espíritus que lo enceguecen<br />sin planes siderales<br />sin los pasos escandidos de un alzehimer<br />olvidos certificados por calculadoras<br />calculadoras como venas de lejanos simios<br />y los cohetes Tebi<br />los cohetes donde tu padre navega<br />en aguas derramadas por Saturno<br />-saturno seco si eres tierra<br />Saturno frío si eres Neptuno<br /><br />La galaxia se disgrega<br />es galaxia por su bautizo de galaxia<br /><br />Dentro hay úteros<br />úteros dentro tuyo<br />úteros renovados<br />turnándose<br />haciéndote creer en un sólo útero<br /><br />Piel seccionada en días<br />piel quemada con los días<br />y los remolinos de tu padre<br />se yerguen en imposibles ruidos<br />en ahorcados silencios<br />en mutismos ausentes<br />sin espíritu<br />sin alma<br />sin carne<br />y los órganos se tragan<br />empapando con hiel sus partidas<br /><br />El tren va hacia las estrellasCisterna Rotahttp://www.blogger.com/profile/16822751077174710418noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8267403070959585740.post-80124300268235875072009-04-23T11:13:00.000-07:002009-04-23T11:17:44.567-07:00Ensoñaciones<div align="justify">Los libros de guerra están en el anaquel. Abro uno de ellos, y encuentro una página con el título “que me fusilen a mí”. Cuantas veces he soñado estar frente a un pelotón de fusilamiento, he vislumbrado como se adentran algunas balas en mis entrañas, mi cuerpo como un colador las recibe ávidamente y solloza de alegría y abandono. Aunque siempre ha estado abandonado; ha sufrido los embates de hemorragias recurrentes por todos sus orificios (nariz, boca, ano, oídos, alma). Las balas abren la puerta a un lugar donde mi repudio se materializa, donde mis desencuentros se trepan en mi sien como un sol enceguecedor, donde me escupo y me flagelo hasta que desde mis venas brote todo el semen que alguna vez quedó en las sábanas de mi cama. <br /><br />Tendría doce años la primera vez que posé mis manos por encima de esta cosa ubicada en la entrepierna: me sentí ajeno: vi mi cuerpo ante el espejo y quise empaparlo de mi propia sangre. Con horror, sentía que mi pubis no tenía un solo pelo; era una desnudez triste a secas, tan secas como las vulvas de aquellas ancianas que pocos años después visité en distintos hogares geriátricos de la ciudad. Recuerdo que debía humedecerles su clítoris añejo con un poco del suero que les brindaban de forma intravenosa. Ellas, quizá por su Alzheimer o por su demencia senil, jamás me reconocieron. Confiado creí que el encontrar alguna jovencita siempre llevaría mi nombre a cuestas. <br /><br />Pensándolo bien, es probable que me lleve alguna moza en sus recuerdos, como el itinerario de un excremento que recorre un cuerpo y que siempre está a punto de salir sin lograrlo, convirtiéndose en el aliado perfecto de una almorrana. <br />¡Oh, mi amor!<br /> soy tus hemorroides,<br /> soy esa venérea que por las noches puebla tus pesadillas,<br /> soy esa lengua carrasposa de vaca que llena de alergia tus nalgas cuando las lame y consiente; <br /> soy el fruto cansado de un dios que al concebirme padecía de diarrea. <br />¡Oh mi amor!<br />estoy obsesionado con tu ausencia. <br />Sé que cuando asoma tu ano por la letrina piensas en mí como yo pienso en ti, <br />Sé que cuando estas enferma vuelve a tu boca la marca indeleble de mis besos<br />como los resquicios de un vómito del cual jamás podrás librarte. <br /><br />Miro al pelotón de fusilamiento fijamente y me convierto en uno de los miembros de aquella escuadra asesina. Soy el verdugo y el sacrificado, mi rifle profiere una grosería, una bala cuya punta tiene la forma de un beso tuyo y detrás vienen las carcajadas de las ancianas que tanto abusé en los hospitales geriátricos. <br />Me entregué a la senectud, a amarte a ti,<br />mi odiosa y desconocida puta,<br />¡oh veneradísima y desjuicida ramerita de infinita caridad que tanto amasteis a los hombres! <br /><br />Ahora solo cuento con la esperanza de ser castigado, de que ese pelotón se haga real y exista la justicia para con un obtuso de mi calaña. Quizá no sea asesinado por una bala, seguramente Vlad III de Valaquia vendrá como un espectro a empalarme. Ambos nos sorprenderemos, al encontrarnos con todo ese derrumbe de placer que sentiré mientras mis órganos están dispuestos como un embutido que será devorado por un perro. <br />¡Oh si!<br />ni siquiera tú, Vlad, me das miedo. <br />Quiero encontrarme al mismísimo demonio,<br />quiero ser arrastrado al infierno pues es lo que finalmente merezco. <br /><br />¡Oh ustedes ancianas decrépitas!<br />no me abandonen esta noche pues tengo miedo<br />todo esto se cumpliría si existiera el mínimo de equilibrio cósmico. <br /><br />Mañana despertaré un poco sudoroso a las 6 am; desilusionado, comprenderé que jamás he sido un depravado, que siempre me he marchitado tras el escritorio de atención al cliente en un banco. Sabré que el sonido de la alarma no es el de la corneta que llama al pelotón para eliminarme, que no es el gemido de una anciana decrépita, que no es el asco de una jovencita que deseo, que no es la risa aciaga de Vlad IIIde Valaquia mientras me empala. Me diré que tuve un sueño pesado y que debo apurarme a atender con toda amabilidad a cada uno de los clientes. “Siga, somos sus amigos”. <br /><br />AsZeta</div>Cisterna Rotahttp://www.blogger.com/profile/16822751077174710418noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-8267403070959585740.post-25971522860576246302009-04-13T07:06:00.001-07:002009-04-13T07:06:58.887-07:00Si fuera la última noche del mundo, tendrías los elementos suficientes para sonreír; apoyándote sobre la base de cualquier cadalso, emitirías la mueca de una mujer desdentada hasta que tu carcajada crujiera entre la boca de la creación que persiste en la agonía. Si fuera la última noche del mundo, la elevación de tus cálculos melancólicos sacramentales sería el espacio donde te resguardarías de la ajena autoeliminación; te quejarías de cada uno de los instantes que han precedido al final, desembocando en la visión de una ciudad ruinosa y desierta que ahuyentara cualquier resquicio de respiración. Si esta fuera la última noche de los tiempos, te amordazaría la tentación de inmiscuirte en los contornos de quienes recuerdas; sus nombres fulgurarían a través de las esquirlas de lo que alguna vez fuiste. Si fuera la última noche del mundo, sólo si ésta fuera…<br /><br />AszetaCisterna Rotahttp://www.blogger.com/profile/16822751077174710418noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8267403070959585740.post-37788735080518029462009-01-27T11:40:00.000-08:002009-01-27T11:41:25.398-08:00PadreLe metieron una moneda en la vagina. “Eso le pasa por haberla metido de puta”, me dijo el comandante cuando cerró la puerta de la casa. Ella lloraba y me pidió auxilio, como lo hizo cuando la tuve que llevar por primera vez a Picolín para que la admitieran en el grupo de chicas que se ofrecían como vírgenes. <br />Mi hija ya había tenido que soportar la introducción forzosa de dedos ajenos mucho antes de la llegada del escuadrón armado. Cuando cumplió los trece años le dije “Vámonos al pueblo, que te tengo una sorpresa” y efectivamente se sorprendió. Nunca le prometí que iba a ser una buena sorpresa. No me gusta prometer cosas que no cumplo. Argemiro, el dueño de la casa, me llevó con él a su cuarto y la desnudó, parada aún, el viejo le separó las piernas e introdujo un par de sus dedos; cuando los sacó, estaban empapados de sangre, “Es virgen, sálgase que conmigo no cuenta”, me ordenó. Escuché tras la puerta los chillidos de mi hija, quien salió temblorosa y no me permitió que le tocara un solo pelo.<br /> A partir del otro día ella ya comenzaba a cotizarse y bastaron un par de meses para que de nuevo me hablara. Nunca me pidió una explicación por aquella sorpresa, simplemente llegaba en las madrugadas a dormitar un poco y a dejar una estela de perfume, aceite para bebé y alcohol por toda la casa. Ignoro si este es el momento para las explicaciones, igual, no las tengo, sólo puedo acudir a eso que llaman destino; su madre trabajaba en lo mismo y desde que se mató poco después de parirla, fui yo el que tuvo que dedicarse a vender helados en la plaza del pueblo. Nunca me alcanzó el dinero; debíamos compartir las porciones de comida y soportar los rugidos estomacales que nos interrumpían esos sueños con inanición en las noches.<br />¡Tantos años tuve que esperar a que ella creciera! Aún recuerdo cuando advertí que su pecho comenzó pronunciarse; eran dos limoncitos como los que agarraba de las fincas vecinas para poder rociar con algo de sabor esa crema blanca y fría que vendía con el nombre de helado. <br />Alguna vez ella me preguntó, cuando aún era una niña y me acompañaba a trabajar en las tardes calurosas que castigaban a la plaza, la razón por la cual ella había venido al mundo. No pude contestarle que ella era la cuenta de cobro que me había dejado Argemiro por haberle embarazado a la mujer más cara con la que contaba. <br />No odio a mi hija pero tampoco la amo. Simplemente dejo que ella discurra, que siga siendo una prolongación de su madre. En un tiempo creí que me podría enamorar de ella, escarbaba entre sus gestos alguno que me recordara a la mujer con quien la concebí. Intenté enamorarme; en muchas noches que mediaron entre el primer brote de su pecho y la llegada a Picolín, la tocaba sin que mi cuerpo reaccionara. <br />Parecía estar a gusto en su trabajo. Le decía a Argemiro abuelito y solía dar paseos en la plaza donde me pedían un par de helados y conversaban conmigo. No pude dejar mi trabajo, a ella no le alcanzaba el dinero para mantenerme, y pese a que las articulaciones me dolieran, debía seguir tocando las campanitas que tenía mi carrito como suplicando que no me dejaran morir de hambre. “Ese fue su problema papá; usted se acostumbró a rogar y por eso nunca tuvo nada… yo tampoco soy suya”, me dijo la noche en que llegó el escuadrón como si eso fuera un presagio.<br />Fue un domingo, y ella descansaba retozando en la hamaca que había colgado en la cocina porque me decía que cuando dormía a mi lado tenía unas pesadillas que ni siquiera se cortaban al despertar y verme.<br />El comandante nos saludó con afabilidad y me preguntó si yo era yo y mi hija era mi hija. No pude negarle nada, me amordazó y con su arma apuntándome en la espalda me condujo hasta la plaza del pueblo, la cual estaba infestada de más hombres bajo sus órdenes y el canto de grillos que auguraban la continuidad del mundo. Argemiro estaba amarrado a una silla. De repente, uno de los subalternos del comandante encendió una motosierra y comenzó a cortar todas las extremidades del viejo dueño de Picolín, hasta que quedó sólo un tronco sobre la silla.<br />Luego me devolvieron a mi casa y me obligaron a ver cómo insertaban la moneda en el cuerpo de mi hija. Ella no gritó. “Si quiere plata, ahí tiene su alcancía”, decía el comandante mientras forcejeaba con las piernas de mi hija. Ahora espero que eso sea cierto porque me despedazaron el carrito de helados.<br /><br />AszetaCisterna Rotahttp://www.blogger.com/profile/16822751077174710418noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8267403070959585740.post-1170793747859836152009-01-20T14:53:00.000-08:002009-01-20T14:54:58.706-08:00<em>A hechicero</em><br /><br />No podrás decir que hay días rotos. No hay minutos que se traguen a los que les siguen. Ningún deceso va a tardar pero tampoco anticipará su llegada. Si crees tener la oportunidad de tirarte de un décimo piso o incendiarte bajo las ruinas de una casa a punto de caerse y no lo haces, es porque aún no ha arribado el momento. Mientras tanto, dedícate al aburrimiento, a maquinar cómo los minutos pueden tragarse a los minutos que les siguen.<br /><br />AszetaCisterna Rotahttp://www.blogger.com/profile/16822751077174710418noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8267403070959585740.post-26853752154555882152008-12-25T10:22:00.000-08:002008-12-25T15:18:43.555-08:00Camarógrafo<em>Oh my God</em>. Dios aparece, renace, surte todas las provisiones suficientes para concebir lo que a ella le ocurre mientras salta encima de él que está sentado, apretándole el pecho, chupándoselo, tomándola de la cintura para que ella salte más y haga aparecer a Dios más veces, <em>Oh mi God, oh my God…Fuck</em>. Los veo sin ojos, los veo a través de la lente de la cámara. Me dirijo al rostro de ella, esa cara aterida de la presencia divina que sólo existe cuando se le pronuncia y ella me advierte y abre los ojos y sigue saltando y se incorpora y se pone como un perro y él se ubica tras ella y yo camino por la oficina y le digo a ella que siga creando a Dios y a él que se mueva más rápido. Ella me mira, o mejor, mira a la cámara y yo la muevo un poco, señalándole que cambie, que se acurruque y que tome el inmenso miembro de él y lo introduzca en su boca, en esa boca que ha creado a Dios y él me pregunta algo que no logro descifrar y yo le respondo con el silencio, a través de un zoom de la cámara que se acerca a ese falo postrado en la cuna de Dios, quien ahora se hace impronunciable para ella y que, sin embargo, puede pensar y por lo tanto, verse inundada de El en cada una de sus neuronas <em>Oh my God, Oh my God</em>. Y él la toma de la cabeza, no sin antes apartarle el cabello que cae sobre la frente de ella y sobre la pelvis de él, y yo no les digo nada, sólo les hago otra seña para que vuelvan al escritorio y que ella se ponga boca arriba y abra mucho las piernas y las doble dirigiendo sus tibias al cielo, hacia ese firmamento que vuelve a llenarse de Dios cuando el miembro revuelca parte de lo que ella tiene dentro. El grito de ella colma al cielo pero no lo puede ver;<em>Oh mi God! </em>; sólo debe concentrarse en algún movimiento mío que le signifique una orden de cambio de posición, mientras yo recuerdo la huerta donde caminé cuando el tío Obdulio se me acercó y me cercenó eso que ahora el tipo mueve dentro de ella y saca súbitamente para verter el líquido postrero sobre la cara de ella. Y yo me quedo con menos dinero luego de darle a cada uno su parte y con la posibilidad de encontrar a otros que puedan hacer brotar a Dios como una brisa lejana que sólo puedo urdir en mi potente impotencia.<br /><br />AszetaCisterna Rotahttp://www.blogger.com/profile/16822751077174710418noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8267403070959585740.post-26798040082505742582008-11-01T08:17:00.000-07:002008-11-01T08:19:32.169-07:00Una búsquedaFue la orinada más feliz de sus días. El líquido chispeaba con la luz del sol que entraba por el pequeño ventanal del baño simulando un extraño y preciado material. Recordó la historia de un hombre que se había dedicado a trabajar tanto en una micción cuyo producto fuese perfecto, que culminó muriendo frente al inodoro, y luego de la autopsia, fueron encontrados diamantes de un color similar a la champaña en su vejiga. Fue la salida del baño mas afortunada de sus días; lo alejaban del culmen de su empresa, unos treinta metros que había desde su casa al granero donde esperaba encontrar al chico. Tantos años de espera por fin habrían de rendir su fruto, una espera que nació desde su primera experiencia con una gallina en la casa de campo de su abuelo paterno; estaba recogiendo los huevos, y se erguía su miembro, sediento de algún lugar en el cual instalarse y moverse hasta que escupiera el liquido lechoso que tantas veces vio desperdigado en traseros de distintos animales (incluyendo, algunas mujeres y otros hombres en la época en que creyó caer en la locura fácil del amor que no se encuentra) , levantó a una de las gallinas para inspeccionar su postura diaria, un arrebato que se concentró en su pelvis y sus manos, ocasionó que se bajara el cierre del pantalón y empalara al animal que emitió un fuerte cacareo que pronto se ahogó y el cuerpo del ave tembló, justo en el momento en que el adolescente acababa. Su abuelo nunca sospechó de la conducta del nieto, cuando notó que el numero de gallinas disminuía, hizo lo que creyó, era lo lógico: Dejar sin trabajo al encargado del galpón y éste, sin más alternativa que la del ruego, le pidió al nieto de su patrón que le ayudara; la solicitud le vino como anillo al dedo al adolescente que, sin dudarlo, le pidió su trasero, la reacción del encargado fue un golpe que dejó al joven tendido en el suelo y al antiguo trabajador en la cárcel por lesiones personales. Fue la mañana mas promisoria de sus días, bastaban unos pocos pasos para abrir la puerta del granero que otrora fue de su abuelo, y en el que estaba el chico que seguramente dormía, como el amigo de su hermano menor, cuando lo sorprendió un domingo; el niño no se dio cuenta de la andanada hasta cuando sintió un miembro erecto en su deyector, y no tuvo más remedio que aguardar a que aquella arma perdiera su tensión y que los resoplidos de quien estaba encima suyo se acabaran para poder vestirse y salir corriendo de esa casa a la que nunca volvió. Las que mejor lo habían amado eran las gallinas; las prostitutas siempre se quejaban o le pedían mas dinero si el quería entrar en sus traseros, las novias o novios que tenía, le pedían besos subsiguientes que el jamás pudo dispensar con total convencimiento, pues los pedidos formaban parte de un circulo distinto al del amor, en el cual toda entrega era un torrente irrefrenable, así que una vez saldados todos los requisitos propios de los sujetos de su estofa, es decir, luego de haber obtenido los diplomas pertinentes, decidió retirarse a la casa de campo de su ya difunto abuelo, en donde tuvo las gallinas suficientes para entregarse a sus propios gruñidos y los movimientos temblorosos y moribundos de las aves y recordarlos en las noches estrelladas en su cama sencilla y ruidosa. Fue el momento mas glorioso de sus días; la puerta chirrió un poco y el niño fue azotado por la luz matinal que lacero sus parpados cerrados aun, estaba acostado en posición fetal, quizá tratando de protegerse de la helada que aquella madrugada había caído sobre todo el campo; perfecto, pensó el amante pues quizá habría de toser mientras lo estuviera penetrando, clavando como al padre del niño, quien luego de haberse entregado a él, tomo una gran dosis de veneno para ratas sin importarle dejar solo a su entonces hijo de un año en estado de orfandad y con la única posibilidad de ser cuidado por el patrón que lo había accedido una noche en la que se lo pidió en medio de una borrachera y a lo cual accedió sin dar el mas mínimo resquicio de resistencia. Fue el momento mas fulgurante de sus días; el niño se puso en cuatro, sin necesidad que él se lo ordenara, y sólo emitió un pequeño graznido cuando él tomó su miembro y lo introdujo entre la tierna y virgen cavidad del chico de doce años; al intentar taparle la boca con su mano, el niño se la mordió hasta que salió un poco de sangre de la misma, lo que lo impulsó a moverse con cierta furia que lo hizo olvidar todos esos años de espera, de constante entrenamiento al muchacho, el cual consistió en el ejercicio simple de acariciar su deyector mientras el chico descansaba luego de ayudarle a recoger y limpiar los huevos que estaban en el gallinero. Cuando acabó dentro del chico, éste le dijo que le gustaría quedar preñado, y se abrazaron y por primera vez se dieron un beso que desembocó en otra mordida, hasta que ambos sintieron un suave sabor metálico de sangre que hubo de iniciar ese amor cuya conclusión acaeció pocos minutos después, cuando el chico le dijo que ya era hora de partir, de entregarse a su propia búsqueda amorosa. Esa tarde no fue la última ni la más triste, solo una más de las que le faltaron para morir en paz y aguardar la última entrada de aire en sus pulmones. Cuando murió, el chico ya no era chico, sino un hombre grande que lloró sobre la tumba del único hombre que había amado. <br /><br />AszetaCisterna Rotahttp://www.blogger.com/profile/16822751077174710418noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-8267403070959585740.post-25563147601981235462008-10-21T18:34:00.000-07:002008-10-21T18:35:09.366-07:00Me hablaron de operaciones causa-efecto. Reí. Reí como un pequeño que sabe que pronto los dulces habrán de aletargarlo. La lluvia incesante solo fue la opción de ese otro día que discurrió dentro de mi cabeza. Se concretó la tarde con la caída de un sol fulgurante que opaco el deseo de mi día. Salí del lugar con el cuchillo en el bolsillo, aplazando una vez mas el final de ese otro que tiene carne y que en definitiva, es el que respira y obedece a lo que creo, es mi identidad.<br />AszetaCisterna Rotahttp://www.blogger.com/profile/16822751077174710418noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8267403070959585740.post-35771417786289182672008-09-24T13:54:00.000-07:002008-09-25T18:58:36.636-07:00Por venirY ahora que llega la hora, no puedo hablar en segunda persona. Si fuera silencio lo que circula en mis desmembrados miembros, podría alertarme con cada movimiento ocasionado por el viento, traduciéndolos a vanos pensamientos, pero tengo palabras que han cosido a mis labios, y que sólo me permiten emitir sonidos que ni siquiera alcanzan a retumbar más allá de mi boca. Gritos que me dicen como una voz tenue: Aún sobran algunas cosas que dejarán más escombros de ti en este ciego camino, así que no es momento para descansar sino para prepararte para el próximo cercenamiento.<br /><br />AszetaCisterna Rotahttp://www.blogger.com/profile/16822751077174710418noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8267403070959585740.post-27374811229667302072008-09-04T10:43:00.000-07:002008-09-04T10:44:53.072-07:00MonólogoNo me dijiste nada. Ahora supongo cómo mi figura se iba disminuyendo en el marco del ventanal del autobús, mientras éste se alejaba contigo a bordo. Sin embargo, ello supondría que te diste vuelta en el asiento para seguirme observando, para notar esa masa con extremidades que se quedó quieta y pensativa, tratando de encontrar la forma de hallar algún lugar dónde dormir. Puede que no haya ocurrido nada de eso, sino que más bien te sentaste como una persona en estado catatónico y a partir del momento en que tu trasero se apoyó en el asiento mullido del autobús, el olvido se convirtió en nuestro espacio común. Por eso es que te escribo contándote que aún no tengo hogar, que desde que partiste no he contado con la suerte suficiente para hacerme a algún techo y que en las tardes que camino por el centro de esta ciudad que, junto a sus habitantes, desprecio cada día más, me paro frente a alguna vitrina aterida de televisores y veo a personajes de telenovelas que entran y salen de casas y departamentos con la naturalidad con que cualquiera de nosotros respira y ello me llena de la indiferencia suficiente para saber que pasaré otra noche de invierno bajo la luz opaca de estas noches lejanas. Te escribo sabiendo que esto no lo vas a leer e ignorando a quién le dirijo estas palabras.<br /><br />AszetaCisterna Rotahttp://www.blogger.com/profile/16822751077174710418noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-8267403070959585740.post-88905485413422713452008-08-28T18:30:00.000-07:002008-08-28T18:33:51.644-07:0034Tú, que intentas abarcar con mirada achatada los riesgos de respirar hondo<br /><br /> hasta caer aletargado<br /><br />Tú, presa insomne de desencuentros nocturnos<br /><br /> en los que retumban nombres impronunciables y negados<br /><br />Tú, enfermero enfermo de ausencias<br /><br /> que me cobijan con hálitos helados<br /><br /><br />Tú, que andas con el cansancio de una batalla que no llega<br /><br /> y sabes que habrás de perderla sin morir,<br /> <br /> cargando la risa asmática de una vergüenza<br /><br /><br />Tú, que miras con ojos brillantes la lumbre ociosa del firmamento,<br /><br /> hundiéndome en anhelos inconclusos,<br /><br /> en la fatiga de amaneceres calculados por una embriaguez eterna<br /> <br /> que nos omite sin olvidarnos,<br /><br /> que nos olvida sin omitirnos<br /><br /><br />Tú, sombra muerta de un cristo flagelado,<br /><br />eres desamparo,<br /><br />AszetaCisterna Rotahttp://www.blogger.com/profile/16822751077174710418noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8267403070959585740.post-72416060172230052352008-08-12T18:50:00.001-07:002008-08-12T18:50:50.040-07:00<blockquote><p><br />De su rostro quedó una brisa incandescente abrasando a mi memoria:<br />Dos días bastaron<br />para que,<br />como dardo disparado rumbo a nadas auscultables,<br />retornara a la penumbra de mis huesos<br />encadenados<br />a esta tierra dispensadora de condenas.</p><p>Aszeta</p></blockquote>Cisterna Rotahttp://www.blogger.com/profile/16822751077174710418noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8267403070959585740.post-7833590329205235692008-07-02T10:24:00.001-07:002008-07-02T10:24:58.695-07:0081Cenizas ausentes de mí desparramadas por un desierto inacabado. Me desperdigo en tus más insolentes regiones, persiguiendo la completa desaparición. Sin embargo, una obstinada brisa lleva mis escombros a lugares que me someten al aburrimiento donde te pronuncio.<br /><br />AszetaCisterna Rotahttp://www.blogger.com/profile/16822751077174710418noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8267403070959585740.post-45708515676407042332008-06-20T08:56:00.000-07:002008-06-25T12:37:47.067-07:00PelícanoDe tanto que le dijeron <em>Pelícano</em>, el hombre terminó intentándolo. Se fue al puerto y sobre un container extendió sus brazos y los movió como si tuviese alas. Cerró los ojos, aguardando a que alguna ventisca de otoño lo elevara hacia el cielo límpido. Se elevó. En pleno ascenso de vuelo, bajó la mirada hacia el agua de aquél mar helado e intentó llorar; Le temía a las alturas: era un ave que no soportaba la lejanía del suelo. El hombre cesó de mover los brazos como un enorme pájaro y abandonó el puerto. Ni siquiera pudo ser un pelícano que se dirigiera a los escombros embravecidos de ese océano tan ajeno como el cuerpo que le tocó en suerte.<br /><br />AszetaCisterna Rotahttp://www.blogger.com/profile/16822751077174710418noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-8267403070959585740.post-11093237028114795492008-05-30T12:06:00.000-07:002008-05-30T12:07:09.823-07:00Anclarse en el futuro<div align="justify">Dejo de estar cuando digo estoy. Toda palabra hace sumergir lo hecho en el barrizal del pasado, y la memoria sólo puede ser un trapo desvencijado que ayuda a limpiar los artefactos, sin que por ello retomen su brillo primario. ¿Y si en lugar de un hecho pasado me aferro a un porvenir? Un porvenir que al inscribirse en lo que digo, pierde toda virtualidad y me vendría atrapar en las letras como una profecía. Escribir mi autobiografía a partir de un futuro y por lo tanto, me llene de hechos que indiquen que viví, que todos los días han sido permeados por algo más tenue que el vacío, por el distraimiento propio de quienes sonríen. Las ventanas cerradas y las persianas abajo serán suficientes para comenzar: “21 de marzo de 2043. Hoy el médico me diagnosticó que la demencia senil comenzaría a agudizarse, de manera que escribo esto, planteándome la posibilidad de que la limpieza de todo mi pasado, y por lo tanto de mi vida, me permita reinventarme y así leer cada cosa que escribo, como si estuviera frente al espejo y vislumbrara un rostro cuyo desconocimiento siempre se actualiza. Es la posibilidad de vivir, porque al olvidar mis días pretéritos, podré vivir una misma jornada con las opciones infinitas que me brinda la ausencia de cualquier memoria. 31 de Agosto de 2043. Esta fecha presumo que es en la que escribo, ya no sé en qué año estamos y suelo gritar que mataron a Gaitán aunque eso me lo contó mi abuela cuando yo era chico, ella me dijo que vio a Bogotá en llamas y que los diarios parecían atropellarse en imágenes de furia y que ella los veía aunque no sabía leer o que eso creía porque tenía demencia senil. Pobre abuela. Creo que también pobre yo que no me acuerdo de nada, pero bueno, puedo seguir inventando y puedo decir yo y puedo saber que soy el mismo de eso que llaman ayer y que quizá del que viene mañana, aunque mañana no lo vaya a saber. Otro día o el mismo. Las fechas se acabaron y respira, respira eso que me sirve para teclear, para hacer anotaciones. No quedan muchas palabras, olvido la anterior, la anterior, la rointe.” No quedarán días para empotrar en algo escrito. No quedará ni la vida misma; será una desaparición, que ni siquiera se circunscribirá en el silencio.<br /><br />Aszeta<br /> </div>Cisterna Rotahttp://www.blogger.com/profile/16822751077174710418noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8267403070959585740.post-54237056148782257422008-05-27T14:20:00.001-07:002008-05-27T19:08:12.755-07:00<div align="justify">“En esta ciudad todos son muy guapos”, ella te lo dijo reafirmando tu aseveración, justo cuando ya se iban abrazando en el tren. Sabías que ella no era más que sus restos, que había salido con un par de tipos bonitos que la descerrajaron. Así mismo tenías claro que volvería a incurrir en el encuentro con alguno de esos hermosos muchachos que deambulaban alumbrando las calles con sus ojos claros, apenas se sintiera reconfortada.<br />Trataste de besarla una vez más, y ella puso las palmas de sus manos sobre tu pecho flaco, y te separó lo suficiente para decirte que tenía un poco de sueño y quería recostarse en tu hombro mucho más escuálido que el de un ciervo recién nacido.<br />Dejaste que ella apoyara su cara y no la abrazaste, pegaste tus brazos largos al tronco tuyo y miraste pasar las estaciones. ¿En qué momento habías decidido partir a la ciudad aterida de muchachos y muchachas guapos? Si ni siquiera podías hacer algo en la tuya, cómo habrían de cambiar las perspectivas en medio de tanto hombre atractivo, de tantos cuerpos que te hacían sentir una famélica bestia que aguardaba a que el enorme depredador dejara algunos resquicios que tu pudieras engullir; esos restos eran suficientes para dejarte herido, a punto de la aniquilación; cada hueso que roías te lastimaba más tu boca, y sangrabas, sangrabas esperando languidecer sin que nada más ocurriera y tuvieras que volver tras los matorrales para aguardar, aunque tú no lo quisieras, otro ataque y otras sobras que te lastimaran.<br />Las estaciones pasaban y subían y bajaban cientos de hermosos ejemplares, quizá miles de espectros que te convidaban a ser indiferente contigo mismo, a reforzar tu convicción de que ella se sentiría mejor y te dejaría de nuevo en el estado tuyo de soledad, de andar al acecho, con la esperanza de encontrar alguien que no te despedazara.<br />Recordaste las alusiones que te hizo el compañero marica que vivía en el departamento contigo: “Acá son muy lindos, además la forma en cómo cogen es sucia, te hacen sentir puerco y eso es lo que más me gusta”; no podías encontrar la diferencia entre un homosexual y una mujer al momento de encarar a los muchachos guapos, eran los mismos receptáculos de toda la furia y vida que habitaba entre las piernas de esos bellísimos mastodontes.<br />Tú en la ciudad de los guapos: Tu que cargabas con la anemia, el hambre de días pasados por pastas mal cocidas y largas caminatas que laceraban tus ganchudas y torcidas piernas. Las estaciones pasaban, y te planteabas cómo aplastaría uno de los trenes a tu cuerpo (la espera, los instantes en que serías arrastrado por esa indiferencia de hierro) y te sugeriste que el embate era igual a la compasión que ella profesaba por ti.<br />Se dirigían al departamento en el que dormías. Allá encontrarían cientos de copias desparramadas por el piso, un plato con restos de huevo revuelto que olvidaste lavar aquella mañana y ella te diría que organizarán todo un poco: Todo futuro próximo era una virtualidad.<br />La estación llegó y tú le moviste la cabeza, ella tomó tu mano como si fueran novios. Aún no tenía la energía suficiente para decirte adiós con la misma tranquilidad con que se quitaba la ropa cuando quedaban solos y sin nada más que hacer.<br /></div><div align="justify">Aszeta</div>Cisterna Rotahttp://www.blogger.com/profile/16822751077174710418noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8267403070959585740.post-46927695735962675072008-05-15T06:10:00.000-07:002008-05-15T18:25:22.591-07:00ViajeEntornó sus ojos mientras veía a Cat Power y bebía el último trago de su cerveza. La vio como su salvación, como un dolor que trasunta al dolor y que jamás saldrá de las entrañas. Me gusta hacerme la paja en memoria de las mujeres con las que he estado, me dijo, es como una revancha… sí, una revancha de ellas, que las vislumbro con tipos que las hacen acabar como si se mearan en los calzones, y cuando yo termino de tocarme me quedo sólo con mi pipicito así de pequeñito, parado en el baño, casi sin poder respirar y todo sudado. Ellas siempre se le escapan a uno, le dije, y él me miró como si lo que yo había agregado no tuviera nada que ver y su apreciación era cierta, simplemente quería llenar ese espacio que había entre su intervención y la mía con un lenguaje distinto al silencio.<br />Salimos del bar a la madrugada y la camioneta paró sólo los instantes suficientes para que nos subiéramos al platón. Las estrellas estaban muy altas y él las miraba hasta que repentinamente, en mitad de las planicies ateridas de soja, se incorporó y se lanzó a la carretera sin importarle la velocidad del vehículo nos iba llevando. No alcancé a preguntarle algo, aunque supongo que está bien porque cayó parado, y logré a ver que se dirigía a las plantaciones. Yo terminé dormido sobre el platón y sometido a la furia del sol que me despertó en plena mañana. Fui al primer café que vi y mientras esperaba una taza, abrí el periódico. En una pequeña nota aparecía la referencia del avistamiento de extraños objetos voladores que parecieron posarse sobre los cultivos de Soja. En ese momento supe que tendría que esperar un buen trecho de días para volverlo a ver.<br /><br />AszetaCisterna Rotahttp://www.blogger.com/profile/16822751077174710418noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8267403070959585740.post-5257840390273345452008-05-08T16:36:00.000-07:002008-05-08T16:37:36.707-07:00AscensoSubimos la montaña escarlata con las espaldas un poco pesadas, un poco áridas de las palabras invisibles e inservibles que nos enfangaron. Esperamos la caída de la luna acorazada para expurgar cada uno de los exterminios innombrables que nos fueron disecando. Luego intentamos adentrarnos en el campo de las ausencias, en ese donde las onomatopeyas quedaban como el último reducto donde podíamos acurrucarnos de los balazos propios de un llanto amenazante. Nos vimos, sabíamos que alguno debía partir. Así ocurrió sin que mediara un sendero lineal del tiempo, sólo un salto como el de los electrones; y entonces él no dijo nada, dio un salto que lo llevó a otro planisferio, a una concavidad propicia para sus ojos trasegados. Ahora intento vislumbrarlo perpetrando algo irrepetible, apareciendo en crónicas de lenguajes crípticos en los que su cansancio se convierta en un aderezo más del escenario estrellado de donde provino, y que no se figure estar elevándose, sino viendo ese pedazo de él que le hace persistir. No puedo negar la desazón que me embargó, en definitiva, es mi amigo, ese ser que a pesar de venir de muy lejos no me menospreció, o mejor decir, me apreció en mi dimensión, sino que se acurrucó para escucharme, me permitió danzar a su lado en el borde de una estepa sin final donde el vértigo fue el reflujo de una nostalgia precaria como la mía, salida del espacio y del tiempo como la de él. Quedé en la montaña escarlata, divisando a algo que empapa al firmamento, a ese don irreconciliable con los días y el tiempo desperdigado como un mensaje salido de ningún lado y dirigido a parte alguna. No puedo negarlo, es mi amigo, y eso pesa a la hora de la partida. Descendí de la montaña escarlata, que dejó de serlo cuando dejé el último paso a merced del olvido seco de su superficie. Apenas partí rumbo a la llanura interminable, volteé mi cara y me encontré con una espesura verde que se erigía como un indicio que me decía que a donde se marchó mi amigo no fue la espesura de la niebla sino a un onomástico de los días que suceden sin que pase alguno, o quizá a la simple curvatura donde queda él con los suyos en el sitio donde no hay lugar para relicarios ni esquelas, y que aún quedan los mensajes flotando entre él y yo. No me resta decir más que un saludo desde la tierra ajena que trasiego aguardando por un encuentro cuya espera me es suficiente para que él esté.<br /><br />AszetaCisterna Rotahttp://www.blogger.com/profile/16822751077174710418noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-8267403070959585740.post-23595847014837871232008-04-29T14:59:00.001-07:002008-04-29T15:01:53.242-07:00IIY no queda sino mencionar las palabras de siempre, esas que aparecen en las tapas de los libros que promocionan nuevas soluciones a los conflictos de pareja, o a la llamada depresión mucho más recurrente y menos peligrosa que el SIDA: Desastre emocional, desastre escriturario, desastre anímico, desastre. Como el titular de un diario amarillista, como una banalidad que se clava en una pantalla interminable. No queda más que ese promontorio de nombres de siempre que siempre sobran; como la adición de una respiración más, como el miedo de reproducirla, como el miedo de no hacerlo, como la afrenta constante de una muerte improbable a manos de uno mismo. Y las lecturas enciclopédicas de cuantos se han matado, dejando al menos una carta, un pequeño desarraigo que sirva para las horas, para embriagarse y dormir y despertar más adolorido. No queda más que llenar algo con palabras, con menciones a lo impronunciable, con el deslinde a ese aburrimiento que sólo discurre gracias al envejecimiento. Los ríos se van trazando en el rostro, aguardando por los años que uno espera evitar.<br /><br />AszetaCisterna Rotahttp://www.blogger.com/profile/16822751077174710418noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8267403070959585740.post-15300897255041622242008-04-18T20:05:00.000-07:002008-04-18T20:08:55.278-07:00HumoEl sol lo vislumbré apenas tosí y elevé la mirada hacia ese velo hecho de humo que tapizaba al firmamento, brillaba allí: en un costado del cielo, era amarillo como en el atardecer, no resplandecía con la hondura suficiente para incrementar mi resaca, una resaca que podría denominar moral, y no lo digo por algún criterio que obedezca a una serie de valores, sino porque a esa melancolía que me iba desterrando de mis anhelos no la he podido denominar como melancolía y mucho menos como nostalgia y la palabra depresión me trae a la mente una historia clínica<a title="" style="mso-footnote-id: ftn1" href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=8267403070959585740#_ftn1" name="_ftnref1">[1]</a>; las calles estaban inundadas de humo, todo había comenzado por un incendio que ocurría en las islas del delta cercano a la ciudad, me figuraba unas llamas que se iban segando apenas tocaban las chispas húmedas del fluido oscuro que es ese río insondable; los primeros días nadie se preocupó, esa mañana el asma retornó a mí como una amenaza, no podía hinchar mi espalda lo suficiente sin toser, y si me atrevía a hacerlo podía ocurrir un ataque que durante años había sido desterrado<a title="" style="mso-footnote-id: ftn2" href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=8267403070959585740#_ftn2" name="_ftnref2">[2]</a>, no me planteé la opción de morir de esa manera, el suicidio sólo me resultaba seductor en los instantes en que lo veía lejos de mí, en esas noches donde flotaba la cerveza barata en mis sienes junto a un exceso de confianza que residía en la convicción de que nada volvería a despertar, me espetaba un disparo imaginario que se elevaba junto a las cenizas de los cigarrillos muertos en el piso, con dirección a una dimensión inaccesible para mí en los instantes de sobriedad; caminé rumbo al tren subterráneo, tenía que realizar mis labores diarias, esas que me aplazaban las imágenes que brotaban de mi y retornaban al mismo lugar de origen como golpes desgranados desde una eternidad que a medida que me alejaba de mi nacimiento, se borraba de mis ojos<a title="" style="mso-footnote-id: ftn3" href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=8267403070959585740#_ftn3" name="_ftnref3">[3]</a> o al menos así lo presumí, bueno, la cuestión es que a medida que me acercaba a la estación, el olor a árbol calcinado me llenó de una ausencia que sólo emergía ante cualquier resquicio de ausencia de vida que tenía ante mí, así podía ocupar mis vigilias, enterrarlos en mi cotidianidad sin que esta me agobiara y de esa manera lograra responder mejor a cada uno de los quehaceres diarios pues simplemente no me interesaban; el día prometía, el incendio se acrecentaba y los boletines noticiosos no cesaban en pronosticar que la situación atmosférica habría de empeorarse a medida que las horas fueran avanzando; encendí el último cigarrillo que me quedaba en la cajetilla, maldije porque sabía que iba a tener otro ayuno obligado<a title="" style="mso-footnote-id: ftn4" href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=8267403070959585740#_ftn4" name="_ftnref4">[4]</a>, pero pronto me vi detenido por un policía, no lo puedes hacer, me dijo, y yo con mis dejos de miedo, con la reverencia que siempre he asumido por sustracción de mí mismo, por mi desanimo, por mi total desinterés ante cualquier movimiento revulsivo que implique una oposición, guardé el cigarro en mi bolsillo; no entendí la razón de la restricción, este era el escenario propicio para los fumadores, en definitiva, todos se estaban estropeando los pulmones y ello nos otorgaba a los adictos, la cualidad de ser elementos inocuos para la salud; la inundación de humo prosigue y no he podido fumar. Soy presa de ese intento de resguardarnos de la muerte mientras morimos.<br /><br />Aszeta<br /><br /><a title="" style="mso-footnote-id: ftn1" href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=8267403070959585740#_ftnref1" name="_ftn1"><span style="font-family:courier new;">[1]</span></a><span style="font-family:courier new;"> Una vez mi prima fue internada en un psiquiátrico, ella creía ser María Antonieta, y la solución fue suministrarle pastillas que debía utilizar diariamente, mi prima las consumió de acuerdo a la receta que le dieron, pero después de un tiempo se cansó, y si bien en un comienzo cayó en un estado de mutismo similar al de su crisis, jamás logró reincidir en el mismo estado, ahora trabaja como una brillante ingeniera en una prestigiosa firma, y simplemente deja que los días discurran en ese estado de ánimo que se balancea como una canoa a merced de las olas y jamás naufraga.<br /></span><a title="" style="mso-footnote-id: ftn2" href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=8267403070959585740#_ftnref2" name="_ftn2"><span style="font-family:courier new;">[2]</span></a><span style="font-family:courier new;"> El ventilán y su efecto sólo llega cuando alguna mujer o un hombrecito que me gusta, se revela en mi espacio de visión, que por cierto es bastante limitado, si tengo en cuenta la progresiva miopía que va destajando mi mirada.<br /></span><a title="" style="mso-footnote-id: ftn3" href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=8267403070959585740#_ftnref3" name="_ftn3"><span style="font-family:courier new;">[3]</span></a><span style="font-family:courier new;"> Mi sobrino está creciendo: De bebé vislumbré en sus pupilas el infinito, pero ahora lo desprecio tanto como a los demás, se ha ido perdiendo en esta masa humana entregada a los rasgos efímeros de los días.<br /></span><a title="" style="mso-footnote-id: ftn4" href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=8267403070959585740#_ftnref4" name="_ftn4"><span style="font-family:courier new;">[4]</span></a><span style="font-family:courier new;"> Siempre preferí gastar el dinero en unas cuantas bocanadas de alquitrán que en cualquier cosa que implicara el movimiento de mis dientes.</span>Cisterna Rotahttp://www.blogger.com/profile/16822751077174710418noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8267403070959585740.post-56785961317322534662008-04-11T06:44:00.000-07:002008-04-11T06:58:42.725-07:00VEl destierro veló sus noches<br />Y la mirada púrpura de un espacio sin nombre y tiempo<br />arropó los escombros de lo que creyó haber sido.<br /><br />AszetaCisterna Rotahttp://www.blogger.com/profile/16822751077174710418noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8267403070959585740.post-10953405686072942962008-04-09T07:35:00.000-07:002008-04-09T07:36:35.805-07:00Un poetaSe acuesta con la huella del verso perfecto; “Quizá baste el sueño para que la palabra resuene en la memoria de un idioma que mis manos sepan graficar”. Cierra los ojos y al abrirlos en la mañana, sabe que aquél poema no puede ser ensuciado por el acto de sentarse a transcribirlo. Se levanta con la convicción de que la caída de su poesía en una hoja pálida implica la muerte de la misma y se adhiere a la esperanza de que ese día por fin tejerá algunas líneas imperfectas que lo harán un escritor de poemas y no un simple poeta.<br /><br />AszetaCisterna Rotahttp://www.blogger.com/profile/16822751077174710418noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8267403070959585740.post-26985503744396150352008-03-31T05:12:00.001-07:002008-03-31T05:12:47.525-07:00DespertarLa vida que aprieta mientras me suelta<br />mi apego demencial a esta respiración que execro<br />y la línea diurna levantada tras el ventanal,<br />me convidan a asistir a una renovada decepción.<br /><br />AszetaCisterna Rotahttp://www.blogger.com/profile/16822751077174710418noreply@blogger.com1