9 abr 2008

Un poeta

Se acuesta con la huella del verso perfecto; “Quizá baste el sueño para que la palabra resuene en la memoria de un idioma que mis manos sepan graficar”. Cierra los ojos y al abrirlos en la mañana, sabe que aquél poema no puede ser ensuciado por el acto de sentarse a transcribirlo. Se levanta con la convicción de que la caída de su poesía en una hoja pálida implica la muerte de la misma y se adhiere a la esperanza de que ese día por fin tejerá algunas líneas imperfectas que lo harán un escritor de poemas y no un simple poeta.

Aszeta

1 comentario:

Addiction Kerberos dijo...

dormir entonces sí ilumina el juicio, lo que sucede es que no lo hace por partes sino coge el absoluto y otra vez el simple poeta está despierto.

Datos personales