20 jun 2008

Pelícano

De tanto que le dijeron Pelícano, el hombre terminó intentándolo. Se fue al puerto y sobre un container extendió sus brazos y los movió como si tuviese alas. Cerró los ojos, aguardando a que alguna ventisca de otoño lo elevara hacia el cielo límpido. Se elevó. En pleno ascenso de vuelo, bajó la mirada hacia el agua de aquél mar helado e intentó llorar; Le temía a las alturas: era un ave que no soportaba la lejanía del suelo. El hombre cesó de mover los brazos como un enorme pájaro y abandonó el puerto. Ni siquiera pudo ser un pelícano que se dirigiera a los escombros embravecidos de ese océano tan ajeno como el cuerpo que le tocó en suerte.

Aszeta

3 comentarios:

Juan dijo...

Buenísimo.

Anónimo dijo...

bastante bueno. quedo a la espera de la historia completa: una inconcreta "gran pelea" en panamá, un amor salado como el caribe por las callejuelas de cartagena, un largo peregrinaje por el atlántico hasta el río de la plata, el encuentro con el profeta de la religión de los abstemios y la prueba final en el desierto de atacama... no quiero perderme de nada.

un abrazo,

porque las náseas frente al mundo
son arándanos en alcohol de farmacia.

Anónimo dijo...

Y si le dijeran mariposa para que su vuelo ligero fuera efímero, podría levantar sus alas?

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