30 may 2008

Anclarse en el futuro

Dejo de estar cuando digo estoy. Toda palabra hace sumergir lo hecho en el barrizal del pasado, y la memoria sólo puede ser un trapo desvencijado que ayuda a limpiar los artefactos, sin que por ello retomen su brillo primario. ¿Y si en lugar de un hecho pasado me aferro a un porvenir? Un porvenir que al inscribirse en lo que digo, pierde toda virtualidad y me vendría atrapar en las letras como una profecía. Escribir mi autobiografía a partir de un futuro y por lo tanto, me llene de hechos que indiquen que viví, que todos los días han sido permeados por algo más tenue que el vacío, por el distraimiento propio de quienes sonríen. Las ventanas cerradas y las persianas abajo serán suficientes para comenzar: “21 de marzo de 2043. Hoy el médico me diagnosticó que la demencia senil comenzaría a agudizarse, de manera que escribo esto, planteándome la posibilidad de que la limpieza de todo mi pasado, y por lo tanto de mi vida, me permita reinventarme y así leer cada cosa que escribo, como si estuviera frente al espejo y vislumbrara un rostro cuyo desconocimiento siempre se actualiza. Es la posibilidad de vivir, porque al olvidar mis días pretéritos, podré vivir una misma jornada con las opciones infinitas que me brinda la ausencia de cualquier memoria. 31 de Agosto de 2043. Esta fecha presumo que es en la que escribo, ya no sé en qué año estamos y suelo gritar que mataron a Gaitán aunque eso me lo contó mi abuela cuando yo era chico, ella me dijo que vio a Bogotá en llamas y que los diarios parecían atropellarse en imágenes de furia y que ella los veía aunque no sabía leer o que eso creía porque tenía demencia senil. Pobre abuela. Creo que también pobre yo que no me acuerdo de nada, pero bueno, puedo seguir inventando y puedo decir yo y puedo saber que soy el mismo de eso que llaman ayer y que quizá del que viene mañana, aunque mañana no lo vaya a saber. Otro día o el mismo. Las fechas se acabaron y respira, respira eso que me sirve para teclear, para hacer anotaciones. No quedan muchas palabras, olvido la anterior, la anterior, la rointe.” No quedarán días para empotrar en algo escrito. No quedará ni la vida misma; será una desaparición, que ni siquiera se circunscribirá en el silencio.

Aszeta

1 comentario:

Addiction Kerberos dijo...

Pobre abuela. Pobre yo que soy un abuelo. Pobre la condición anciana que me consume al anclarme en un futuro en el que no queda espacio ni para el reposo del silencio.

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