De su rostro quedó una brisa incandescente abrasando a mi memoria:
Dos días bastaron
para que,
como dardo disparado rumbo a nadas auscultables,
retornara a la penumbra de mis huesos
encadenados
a esta tierra dispensadora de condenas.Aszeta
De su rostro quedó una brisa incandescente abrasando a mi memoria:
Dos días bastaron
para que,
como dardo disparado rumbo a nadas auscultables,
retornara a la penumbra de mis huesos
encadenados
a esta tierra dispensadora de condenas.Aszeta
Publicado por Cisterna Rota en 18:50
1 comentario:
dos días como años, años como máquinas de dispensar condenas.
Publicar un comentario