12 ene 2007

Acta de Defunción

En las noches pesadas y colmadas de un sueño confundido intuí un gran destino; me consumí tejiendo mi sonrisa frente a una anoréxica millonaria, robándole besos de cocaína o siendo ensalzado por la gleba febril que coreaba mi nombre a punto del paroxismo y la agresión sin motivo.

Cómo pasan los días y ni siquiera tengo una Pamela para decírselo. Me he visto obligado a refugiarme bajo la ducha, y a bramar como una vaca. Pasan las horas y mis dedos helados y arrugados por el chaparrón cristalino, ansían introducirse en algún orificio que no sea mío. Entonces salgo, me pongo el frac de todos los días, lleno de migas de ponqué barato, imaginando a aquellos que si pudieron concretar sus sueños líquidos plenos de existencia.

Mis realizaciones personales han sido ricamente miserables; las horas pasan repitiéndome la mentira irritante de que aún se puede revertir este resultado adverso. Salgo de casa, oteo las calles cada vez más lejanas, trato de encontrar alguna víctima. La vislumbro. Sé que es esa anciana artrítica, mucho más joven que yo, aunque el momento en que fui abortado escasamente sobrepase tres décadas. La tomo por su cintura, le resoplo en su oreja, quiero excitarla. Quiero que grite de placer y de terror, como un animal atropellado. Quiero que haya algún sujeto valiente y grande que se acerque a su auxilio, un protector de los indefensos que golpee mi rostro, desfigurándolo más que todos estos años, y que en medio de mis ojos convertidos en hematomas vislumbre su rostro y me enamore de él y le pueda decir que yo también soy débil como una rama vieja y que necesito de la protección de sus brazos fuertes, y que reaccione con más ira, golpee mi cabeza contra el asfalto, me haga escupir y deplorar todas esas noches de hastío, y que materialice lo risible de esta angustia podrida que me obliga a respirar.

Cómo maldigo mi nacimiento. Si el infierno existe, deberías estar allá mamá; nunca te perdonaré que me hubieras dispensado cariño y comprensión, para que luego te volaras la tapa de los sesos, y me dejaras solo, con esa hermanita un poco puta, un poco feliz, un poco banquera, y que tanto ansié morderla. Si tan solo yo hubiera tenido el cuerpo de una hembra, y hubiera tenido esa especial disposición para entregar mi cuerpo sin reparo...

Mi cuerpo: bolsa de excremento, habitáculo de decepciones una tras otra, no lo soporto, no me soporto, y sin embargo esta gula, esta gordura incipiente sólo me permiten imaginar un taponamiento de coronarias; me harto de la comida que solo ingiero para defecarlo todo menos mi tristeza. Quiero que me mate este hombre fuerte, morir de amor, sentir el bello de sus brazos y morderlo como lo deseé hacerlo a mi putita hermana. Qué desmoralizante entregarme a un hombre por el fracaso absoluto de la mujer, qué experiencia tan vergonzante, sin embargo estoy ávido de vergüenzas, deseo sentir más, repudiarme más. Quiero abarcar un punto incontenible de vulgaridad, que refleje estos años marchitos conforme a mi plan de mi vida y encontrar motivos para eliminarme y eludirlos tan pronto golpeen a mis pensamientos.

Sin embargo el valiente no llega y la anciana aúlla pero solo de placer, me pide que le palpe su rabo seco, me dice que vive sola que ha enviudado hace dos años, tiempo en el que soñó con mi presencia, y mi sombra. Colmado de ira la cacheteo y salgo despavorido, con unos deseos incontrolables de vomitarme.

Recuerdo haber dicho alguna vez que sería un hombre célebre. Palabrerías, no soy más que un popocho libidinoso y libidinoso y además. Claro está que mi promesa no ha sido del todo incumplida. Seré escrito en las execrables listas del tiempo por mi grasa que alimentará la flora bacteriana de algún indigente sifilítico quien orinará sobre mis huesos. También me recordarán cuando presencien esta repudiante figura en una morgue, este hombre que aspiró a ser un sucesor de Garavito Cublillos, y no llegó a ser más que un cobarde consumido por la gula.

Han pasado varias jornadas infructuosas desde aquel incidente con la anciana. Empero, el ansia de rechazo no es para mi gusto lo suficientemente fuerte como mi corazón que cubierto de caparazones de tocino digerido lo reclama. Mi acta de defunción no tiene letras, tiene días.


AsZeta

3 comentarios:

mundochacalblogspot dijo...

hay posibilidad de conocer a su hermanita un poco puta????

Addiction Kerberos dijo...

Más allá de días, cuentas con un acta de defunción de siglos, de lustros, de periodos de tiempo aún más arraigados que el nacimiento del universo: la conciencia. Cápsula diminuta y mortal de un cuerpo que lo es todo: todo el dolor, el placer negado, recipiente de sueños. Qué terrible ocupar un lugar en el mundo. Qué terrible ser gordo - no un gordo vulgar del ansia de vida- sino ser un gordo de la angustia. Ser gordo debido a las flaquezas del alma que no te permiten controlar ese desbordado deseo de morir mientras engulles. Me acordó hasta de alguien, sabes? Comer y tragar y devorar con el ánimo exclusivo de ser defecado, de irse con esa otra próxima cagada llena de ira incontenible y pena por poseer un cuerpo amorfo y deforme. También querer ser golpeado, cacheteado, humillado hasta las últimas consecuencias: ser pisoteado, escupido, ser ese alguien por el cual otro puede llegar a sentir un verdadero sentido tanático de desprecio existencial. "Ese soy yo" y levantarse con una risa mueca en el hospital Tunal. De lo puro triste volverse marica!

Muchas gracias por esa tanda de letras brutales que han dejado mis trémulos nervios más desconcertados que de costumbre. Muchas gracias gonorrea por tirarme la tarde al escupirme el rostro siendo mi espejo.

Herr "Pobre Diablo" Luis.

Anónimo dijo...

Ojalá el proximo protagonista sea una mujer....

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